Mientras duermes…

… Mientras duermes, escribía. Hace 3 años y 4 meses que te miraba y aún eras un bebe al que me costaba muy poco levantar del sofá y llevar a su cama. Hace 3 años y 4 meses, eras sólo más bajito, porque tu madurez temprana en ocasiones hacía tambalear mi madurez pensada. Y hoy, cuando me miro en tus ojos siento una admiración sincera y descubro en esos ojos oscuros el hombre que llegarás a ser.

Hace 3 años y 4 meses, mientras dormías, se me ocurrió la idea de escribirte una carta que relatara los acontecimientos de nuestro traslado. Y así empecé esta carta para ti, hijo, que al final son sólo palabras de amor de una madre a su hijo, un relato sin terminar puesto que aún estamos en este viaje.

Enero 2012

«Hola Adrián, me han entrado muchísimas ganas de escribirte, no se cuantas líneas serán ni qué edad tendrás cuando las leas, si estarás estudiando en el extranjero, viviendo con un grupo de amigos, o con una amiga… pero tengo la certeza absoluta de que serás un hombre maravilloso capacitado para amar y ser amado. Atesoro millones de deseos guardados para ti, los veremos cumplidos mi ángel, mamá te dice que los veremos cumplidos.

Recuerdo cada momento de tu crecimiento dentro de mi, como se sucedían los milagros, desde aquel punto oscuro dentro de mi tripa, hasta el momento en que tuviste uñas o te crecía el pelo, la formación de tus pulmones y cada parte de tu cuerpo, los latidos de tu corazón…Y al fin, tu nacimiento. Desde entonces fueron mis brazos y mis manos los que han sustentado tu cuerpo, y serán estos mismos brazos los que te sujetarán en tus sufrimientos y te levantarán por los aires en tus momentos más alegres, porque hijo mío, yo soy tu madre y te quiero más que a mi vida.

Qué guapo estás! Siempre te lo digo. Mi pequeño y su cara. Tu cara de siempre, la que me mira y me dice que me quiere, que estás ami lado. Cuánto te quiero Adrián! Desde que supe que vendrías a este mundo para hacerme compañía te quise…Te llamo muchas cosas mientras vamos al colegio, tu empiezas como dejando caer en tus labios, la palabra mamá, yo sigo diciéndote hijo, repites mamá y yo te llamo tesoro, persistes y yo te llamo mi cielo, y sigues mamá y yo mi vida…. esta conversación nos lleva algo más de dos minutos y a mi no se agotan los adjetivos de amor para ti, sin embargo tu sólo me dices mama y es que soy ese todo para ti… Y no me canso de escuchar esa palabra…. Bueno… a veces si, tu ya me entiendes.

Nos hemos despertado en Valencia, es octubre y todo ha pasado muy rápido. Mama no te ha contado que tenía mucho miedo porque irradiabas felicidad al darte en tu edad inocente la noticia de que nos íbamos a un lugar con playa, menudo regalo! Apenas sin tiempo para pensar donde estoy y que ha pasado, ya han transcurrido 3 meses y quisiera que me mi cara reflejara más el orgullo que siento por ti por como lo estás llevando todo. Eres pura entereza, fortaleza, vitalidad y normalidad…. tu comprensión es infinita y tu corazón enorme.

Giro a mi derecha para mirarte mientras escribo estas líneas y tus piernas ya casi alcanzan el otro lado del sofá. Me parece ver que tu cara se ha transformado en otra cosa. Creces. Y yo contigo…»

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